El ser humano ha vivido siempre en simbiosis con su microbiota, también conocida como la flora intestinal. Eso quiere decir que ambos organismos, microbiota y humano al unirse, salen beneficiados. Este ecosistema microbiano se encuentra a lo largo del tubo digestivo, principalmente en el yeyuno, íleon (intestino delgado) pero sobre todo en el colón (intestino grueso).
Quizás has oído decir que somos más bacterias que humanos, y es que en material genético superan en 100 veces más el nuestro.
Al igual que en un mismo ecosistema encontramos a diferentes especies, como por ejemplo, en un bosque encontramos a reptiles, mamíferos, aves, etc… Nuestra microbiota se compone de diferentes familias y especies diferentes. Las predominantes en nuestro intestino son: bacterias de los géneros Firmicutes, Bacteroidetes, Actinobacterias y Proteobacterias; además de virus, hongos, algunos parásitos y arqueas.
Cada familia se alimenta mayormente de un tipo de nutriente más que por otros, a la vez que les favorece unos factores ambientales y de entorno más que otros.
¿Qué es y qué se sucede cuando la microbiota se desequilibra (disbiosis)?
La disbiosis intestinal ocurre cuando en la microbiota intestinal se rompe el equilibrio, permitiendo el crecimiento excesivo de ciertas poblaciones microbianas y disminuyendo el crecimiento de otras, sobre todo de las más defensoras y nutritivas.
Existen 3 poblaciones bacterianas importantes para que exista un buen equilibrio en nuestra microbiota:
La flora protectora (Lactobacillus, Bifidobacterium y Bacteroides) que actúan como un escudo protector frente a la colonización de patógenos.
La inmunomoduladora (Enterococcus y Escherichia coli) quienes modulan o controlan el sistema inmunitario en el intestino y en el resto del organismos. Estos son grupos bacterianos necesarios para dar señales al sistema inmunitario.
Y por último,
La muconutritiva que permiten la secreción de moco protector o mucina en el epitelio intestinal, que actúa como una capa protectora frente a agresores y patógenos (Faecalibacterium prausnitzii y Akkermansia muciniphila).
¿Qué pasa cuando la flora intestinal se desequilibra o hay disbiosis?
Un estado de disbiosis intestinal se sucede o bien cuando hay un crecimiento anómalo de microorganismos potencialmente patógenos (principalmente bacterias proteolíticas como el clostridium, las arqueas, parásitos, y hongos y levaduras como la cándida) o bien cuando existe una disminución de las cepas microbianas (inmunomoduladoras, reguladoras o protectoras) o bien, y lo más común cuando existe un aumento de las primeras y una disminución de las segundas.
¿Qué factores contribuyen a la disbiosis?
Se ha visto que el uso recurrente de antibióticos, fármacos, aditivos en los ultraprocesados, dietas pobres en fibra y ricas en grasas trans y azúcares, pesticidas, entre otros, favorecen alteraciones intestinales como la disbiosis y el sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (SIBO), que no deja de ser un desequilibrio en la distribución de estos microorganismos tan abundantes.
En la búsqueda de la simbiosis.
Vivimos en simbiosis,
Con el entorno, con el medio ambiente, con otros seres y también con las bacterias. Nosotros entregamos a las bacterias un hogar dónde hospedarse, reproducirse y evolucionar, y ellas, en un estado de equilibrio o EUBIOSIS nos aportan vitaminas, como la vitamina K, ácido fólico, y gran parte del grupo B (gracias a la descomposición de ciertos alimentos), además de ácidos grasos de cadena corta (AGCC), con potencial antiinflamatorio. A la vez que también nos sirven, en un estado equilibrado, como protección o filtro frente a patógenos y tóxicos que podamos introducir a través de lo que ingerimos.
Por lo tanto, nuestras bacterias son nuestras amigas, hasta que….Hasta que se desequilibran y se produce la disbiosis.
¿Qué consecuencias trae la disbiosis?
Malabsorción de nutrientes y déficits nutricionales: una de las tareas fundamentales de la microbiota es la producción de ciertas vitaminas (como la B12 y la K) y también el promover el buen funcionamiento y producción de las enzimas digestivas que permiten, entre otras cosas, la absorción de nutrientes. Una microbiota alterada puede dar lugar a una disminución de la absorción y una mala metabolización de nutrientes, sobre todo magnesio, vitaminas liposolubles (A, D, E, K), zinc, y grasas esenciales.
Intestino permeable: se habla de intestino permeable, cuando el intestino, pierde su capacidad de ser una barrera fuerte e íntegra y por tanto permite el paso de sustancias posiblemente tóxicas (alimentos mal digeridos, contaminantes, productos microbianos) que lograrían entrar en la sangre y circulación sistémica, generando síntomas sistémicos sobre todo alteraciones en el sistema inmunitario, dolor, problemas inflamatorios, alergias, tendencia a cambios del estado de ánimo, ansiedad y niebla mental.
Mayor riesgo de intolerancias alimentarias: el aumento de las alergias e intolerancias alimentarias es una realidad y tiene que ver con el equilibrio de nuestra microbiota. La disbiosis intestinal es causa y consecuencia de las sensibilidades alimentarias.
Enfermedades inflamatorias y autoinmunes: en el contexto de lo anterior y sobre todo de un intestino permeable, se generaría una respuesta inflamatoria crónica que podría desembocar en problemas y desequilibrios inflamatorios y autoinmunes como el hipotiroidismo de Hashimoto, la artritis, el lupus, la psoriasis y otras.
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De la disbiosis a la inflamación y autoinmunidad…
La disbiosis y la hiperpermeabilidad intestinal son la puerta de entrada a tóxicos y a sustancias que tu cuerpo interpretará como “extrañas”. Por tanto, el sistema inmune estará en constante acción liberando sustancias inflamatorias (citoquinas como IFN-γ, IL-17, TNF-α, or IL-1β) para que acudan más defensores. Esto provoca que haya una hiperactividad inmunológica que, a largo plazo, puede conllevar a una autoinmunidad, dónde el cuerpo está tratando de defenderse sin discriminar lo que es propio (afectando órganos y proteínas propias) de lo que es externo (tóxicos exógenos).
Además, en un estado de disbiosis, existe una menor producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) por la microbiota, cuyo efecto es puramente antiinflamatorio a nivel local (intestino) y sistémico (resto de órganos). Esto es debido a que los AGCC promueven la producción de linfocitos T reguladores, células del sistema inmunológico con un papel fundamental en la supresión de respuestas inflamatorias y alérgicas, ya que intervienen en la formación de IL-10 de carácter antiinflamatorio.
¿Qué puedo sentir si tengo disbiosis intestinal? ¿Cómo puedo diagnosticarla? Encuentras todo en este artículo de mi web.
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Gaby,
Artículo de colaboración con Georgina Sánchez González, estudiantes de prácticas del #equiponutrigaby.
Al Bander Z, Nitert MD, Mousa A, Naderpoor N. The Gut Microbiota and Inflammation: An Overview. Int J Environ Res Public Health. 2020;17(20):7618. Published 2020 Oct 19. doi:10.3390/ijerph17207618
Lobionda S, Sittipo P, Kwon HY, Lee YK. The Role of Gut Microbiota in Intestinal Inflammation with Respect to Diet and Extrinsic Stressors. Microorganisms. 2019;7(8):271. Published 2019 Aug 19. doi:10.3390/microorganisms7080271
2 thoughts on “Microbiota, Inflamación Crónica y Autoinmunidad… ¿cómo tus microbios pueden controlar tu cuerpo?”