Artículo de colaboración del #equiponutrigaby
por Ramón Zelada y Gabriela Pocovi.
Ayunar es una práctica ancestral y no es nada, pero nada, novedoso.
Lo que sí, es que últimamente está más de moda.
¿Por qué ayunar?
Si observamos con detenimiento, todos los animales, ayunan intuitiva e instintivamente sobre todo cuandoconsumenalimentosquenolesientanbien,cuandoestánestresadosoenfermos.
Si tienes mascota, observar a tu perro o a tu gato en estos momentos puede darte mucha información. Sin irnos muy lejos, si observas el comportamiento de un humano en sus primeros años de vida puedes observar que el apetito fluctúa y que manifiestan rechazo de comer alimentos en ciertos momentos. Sin embargo, es el entorno (cultura, sociedad, familia) o sistema (como queramos llamarlo) quien poco a poco va introduciéndote a la idea de que hay que comer a ciertas horas, en ciertos momentos llevándote a que sin querer empieces a evadir tus propias sensaciones de hambre y saciedad.
A esto se añade nuestro estilo de vida rápido, acelerado y la abundancia de productos comestibles muy palatables de los que disponemos hoy en día que cambian nuestra percepción del gusto y también pueden alterar nuestros niveles de insulina, hambre y saciedad. Así, sin querer, vamos perdiendo el contacto con esta valiosísima herramienta de salud como lo es el ayuno, tan importante como llevar una alimentación nutritiva y completa, moverte y descansar.
¿Cuándo sí y cuando no?
Antes de empezar a contarte sus beneficios me gustaría dejarte claro que el ayuno no es que no sea para todos, sino que, en ciertos casos y alteraciones metabólicas, hormonales o mentales puede no generar el beneficio que se espera.
Concretamente individuos con diabetes mellitus tipo 1 o insulino dependiente, personas en riesgo de desnutrición o en infrapeso, mujeres embarazas y lactantes y aquellos que mantienen una relación tormentosa con la comida (transtorno de la conducta alimentaria) bien sea anorexia, bulimia o atracones pueden NO beneficiarse del ayuno y por lo tanto NO se aconseja.
En alteraciones hormonales como el hipo o hipertiroidismo, síndrome de ovario poliquístico, hiperandrogenismo, habría que adaptar el ayuno en tiempo y frecuencia por lo que si quieres empezar a introducir el ayuno te aconsejamos consultarlo con un profesional (puedes ver más sobre nuestro trabajo y reservar tu primera entrevista conmigo gratuita AQUÍ).
¿En qué otros casos no se debe ayunar?
1. Cuando el resto de la alimentación NO es buena o cuando aún no tienes claro que comer. No tiene sentido que ayunes si no tienes claro qué comer o si en tu alimentación habitual hay participación de alimentos procesados, azúcares, alcohol y grasas hidrogenadas. Antes de empezar a introducir el ayuno, lo suyo es que aprendas a comer.
2. Cuando la intención detrás del ayuno, es únicamente el control o la restricción para perder peso o compensar un atracón de comida. Siempre les comento que no es lo que hacemos sino el cómo y el lugar desde donde lo hacemos. El ayuno es una herramienta de salud que debe incorporarse intuitivamente, de ninguna forma es una herramienta de restricción, una dieta o una forma de autocastigarte.
3. Cuando se presentan síntomas adversos como dolores de cabeza, mareos o debilidad durante el ayuno. Esto es un indicativo de la poca flexibilidad metabólica que existe en tu organismo y señala que a tu cuerpo le cuesta adaptarse al ayuno y poner en marcha los diversos mecanismos para poder generar energía cuando no comes. En este caso no es que no puedas ayunar, pero tal vez sea importante empezar con períodos cortos de ayuno o mejor aun dejarte acompañar o asesorar por nosotros.
MI EXPERIENCIA PERSONAL con el ayuno.
Poco me atrevo a hablar en las redes de este tema porque al final se incita a la repetición, y para mí el ayuno es algo tan personal e intuitivo que prefiero que cada uno lo vaya haciendo en la medida en que siente la necesidad.
En mi caso, ayuno desde hace ya unos 5 años coincidiendo con la etapa en la que tuve más problemas digestivos producto de disbiosis por SIBO y cándidas (esto como complemento a mi tratamiento). Empecé a hacerlo de forma muy intuitiva y también como herramienta de salud pues al tener tantos problemas digestivos, comer era algo que no me apetecía y que sentía que no iba a ayudarme en nada.
Desde esa fecha vengo realizando ayunos de 12-14-16-18-24 y ya el más largo de 48 horas (esto último debe hacerse ya cuando estás muy muy entrenado en este tema). El punto en el que estoy ahora es el resultado de un proceso de aprendizaje de cuerpo y mente y una transición. Así que ve con calma. Después de todo este camino recorrido, me he dado cuenta de que me es casi imposible ayunar en invierno, supongo porque mi cuerpo necesita generar más energía y calor y por tanto combustible. Por lo que, no lo fuerzo, nunca ayuno en invierno. En cambio, cuando empieza el calor (primavera-verano) intuitivamente mi apetito cambia, tengo menos hambre y menos necesidad de comer por lo que me es más fácil adaptarme a un ayuno.
Diariamente (y esto también en invierno), si mi rutina me lo facilita, procuro que mi ayuno nocturno sea de mínimo 12 horas entre la cena y el desayuno. Luego, cuando se acercan los meses de calor, 1 o 2 veces en semana alargo un poco este ayuno hasta alcanzar 12-14-16 o 18 horas de ayuno. Normalmente rompo el ayuno con alguna fruta pues casi siempre es lo que me apetece y luego continuo con mis comidas habituales.
NO lo planifico, no me mentalizo tampoco en cuantas horas ayunaré o aguantaré, simplemente voy sintiendo. Personalmente, mi consejo es que si notas que lo estás haciendo forzada, planificada o por compensar excesos mejor no lo hagas. Ve con calma, no tengas prisa ni quieras hacerlo todo, hay mucha información sobre el tema y el ayuno no es algo que resolverá todos tus males.
Recuerda que el ayuno son solo unas horas, pero que el resto de tu vida, incluyendo lo que comes, piensas y haces es aún más importante.
Si decides dejarte acompañar en tu proceso, puedes reservar tu primera consulta con nosotros aquí.
Con amor, Gaby